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Cristina Narea echa a volar ‘Bajo las plumas’, su primer poemario

03/01/2011 - Jordi Rueda/NoticiasClave,net

Cristina Narea echa a volar ‘Bajo las plumas’, su primer poemario

La compositora, cantante y guitarrista Cristina Narea ha realizado dos entregas capitales para su trayectoria creativa en el recién concluido 2010. Un disco, ‘Agua’, a principios de año, y un libro de poemas ‘Bajo las plumas’, a finales.

Su disco contiene ocho temas escritos por la propia Cristina, algunos tan inspirados como ’Algo más que palabras’ (“bailan junto a ti las hadas... tú eres ese niño que reclama algo más que palabras”), ‘La casa azul’ o ‘Tanto sol’, además de una impagable versión de ‘Volver a los 17’, de Violeta Parra, junto a Javier Ruibal, Aute y Carmen París.

El libro, publicado por Amargord Ediciones, se divide en varias partes, ‘Reflexiones’, ‘Cartas, ‘Chile’, ‘Besos’ y ‘Te veo’ y se abre con un prólogo de Luis Eduardo Aute, con quien Cristina Narea trabaja como música y vocalista en sus directos. El prólogo está lleno de comentarios certeros, escritos tras el “impacto deslumbrante” de la lectura de los versos.

'UN OCÉANO POR CRUZAR'

Llama la atención la serena y desenvuelta plenitud desde la que parecen estar escritos los poemas, como el que abre el libro: “Todas las cosas que nunca dije están en mis ojos / todas las cosas por hacer están en mis manos / todo lo que sueño / no sabe de límites / es un océano por cruzar / Y tú podrías ser / la orilla / que me espera / al otro lado”. Aute se pregunta si el optimismo de la autora “que impregna todo el libro”, es, quizá, resignación vencida.

El deleite amoroso, de pareja, se describe afirmando la identidad de cada uno y no la dilución apasionada en el otro: “Tú no eres hambre / eres agua pura / vida en vena / poesía que corre tras el lápiz”.

Chilena de nacimiento, aunque instalada en Madrid desde niña, Cristina Narea grabó su primer disco en Chile, con el nombre de Cristina González, en unos años en los que regresó. Quizá de ese tiempo, los 80, son imágenes de “aromas que nos acercan” y “sabores que nos despiertan” como “naranja de la alegría / romero para el dolor / vainilla por la ignorancia / y menta para el amor / canela para el disgusto / albahaca prefiero yo / tomillo de mil amores / manzana si somos 2”.

A su madre, Myriam, integrante del dúo Sonia y Myriam, cuyas voces excelsas interpretaron y celebraron los más grandes boleros de los 50 en Chile y en media América, que falleció hace unos años, la encuentra “en el momento sin tiempo / sin esperas / donde tú estás” en tanto que “las cortinas se abren / las persianas suben / la brisa entra / abrazándolo todo...”.

No hay verso infecundo en todo este poemario de Cristina Narea. Todos nos llevan a alguna parte y nos sugieren mundos nuevos o a renovar y a experimentar a cobijo de las palabras de esa “buscadora de tesoros”, que a veces siente su lengua “subversa y malherida”, pero que cree en “la luz no iluminada” de la noche y espera al “día siguiente” y al “curioso milagro de despertar con la página en blanco”.

Para Cristina, como para todo “corazón asombrado” y “sediento”, sediento de sed, la vida siempre está por escribir.

 
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