Perfiles

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Jaume Sanahuja atesora en Sabadell la mayor colección de 'pinballs' y 'jukebox' de Europa

19/12/2022 - Xavier Rosell / NoticiasClave.net

Jaume Sanahuja atesora en Sabadell la mayor colección de 'pinballs' y 'jukebox' de EuropaLos 'julebox', o sinfonolas, y los 'pinballs' o máquinas de millón, de la espectacular coleccion de Jaume Sanahuja. Fotos: © Xavier Rosell/NoticiasClave.

Nacido en 1951, Jaume Sanahuja Junyent vivió el apogeo ibérico del pinball en su ciudad natal, Sabadell, ya que su padre, Joan Sanahuja, era operador de las entonces llamadas máquinas de millón.

Con apenas 10 años, aquel niño curioso e inquieto acompañaba a su progenitor por los bares y salones deportivos de la capital vallesana para ayudarle a instalar y reparar aquellas luminosas mesas, y abría los ojos como platos ante el vertiginoso deambular de las bolas en el tablero, el repique en los bumpers, y el tintineo de los marcadores electromecánicos.

Recuerda que en la carretera de Terrassa, enfrente del mítico restaurante La Mata, donde los industriales de Sabadell celebraban sus esponsales, había un modesto bar de trabajadores cuyo epígrafe, Bar  Millón, delataba premonitoriamente  su pasión por el ídem: “Además de cargar con la caja de herramientas de mi padre, empezaba a trastear con aquellas máquinas que tanto me fascinaban. En ese bar había un pinball diseñado y fabricado en España, concretamente de la marca Talleres del Llobregat, era el modelo Ana Bond, una auténtica maravilla para la época. Tenía pasillo recuperador de bola y un diseño vanguardista, con una bella mujer que mostraba sus largas piernas en el tablero y una imagen psicodélica, muy sesentera. Hoy la tengo expuesta en mi colección, junto a casi cuatrocientas máquinas más, todas históricas. Una de ellas es la que más me gusta, mi favorita, la denominada Feria, del mismo fabricante que la anterior, y que destaca por sus cañones lanzabolas situados junto a los flipers y la acumulación de bonus, algo inusual a principios de los años 60, cuando se lanzó. Una preciosidad”. Así se expresa, exhibiendo orgullo y porte elegante, Jaume Sanahuja, fundador y presidente del grupo MGA, una de las principales empresas del sector del juego en España (GoldenPark es una de sus marcas), cuya sede central se encuentra en el Parque Tecnológico del Vallès. Ya jubilado, pero atento a la impecable evolución de la empresa de ocio electrónico que dirigen sus hijos Joan y Enric, Jaume Sanahuja ha reubicado su colección privada en una nave industrial de 1.500 metros cuadrados, en la zona sur de Sabadell, acumulando, además, 83 jukebox de época —la mayoría modelos únicos y exclusivos— y una gran variedad de máquinas del sector del juego y el recreativo, hasta alcanzar casi el millar de unidades

Museo del recreativo

Sin ningún letrero identificativo, tras una discreta puerta de la calle Ramón Llull, en la zona sur de Sabadell, subyace este museo del recreativo, por ahora para deleite personal de Sanahuja y allegados: “Cualquier persona que disfrute con los recreativos antiguos tiene aquí las puertas abiertas. Me gusta compartir mi pasión, pero a nivel particular”, apunta Sanahuja, quien por ahora no contempla abrir al público esta incomparable colección. Nada más entrar, la primera sorpresa: un bar típicamente americano de los años 50, que parece sacado de la película 'Grease', recibe al visitante. No falta ningún detalle. Es la antesala de la exposición de jukebox, en la planta baja, sin parangón en Europa, que se abre con una pianola—orquesta de más 100 años de antigüedad, totalmente restaurada y que funciona perfectamente —al igual que todas las sinfonolas—, que Sanahuja fue a buscar a Rímini, en la costa oriental de Italia. “Llevo casi medio siglo reuniendo estas máquinas, muchas de ellas han viajado hasta aquí en contenedores procedentes de Estados Unidos, principalmente de Chicago y Las Vegas, tras haber cerrado tratos con anticuarios y particulares, y otras las he encontrado en Inglaterra e Italia”, explica el presidente de MGA. En Estados Unidos las décadas de los 40 y 50 fueron de gran apogeo tanto del  jukebox como del pinball, pero en España estas máquinas tardaron algo más en llegar porque, tal como apunta Sanahuja, “en nuestro país no estaba permitida su importación por el bloqueo comercial, aunque algunas unidades ya habían llegado a las bases americanas que había en la península, pero solo para uso de soldados y funcionarios”. Tal situación provocó que fabricantes españoles empezaran a imitar esas gramolas que aparecían en las películas americanas, y las comercializaran a través de firmas como Gedasa, Inder o Petaco. Esta última marca, con su modelo Renotte, ambientó musicalmente miles de bares españoles y otros establecimientos, incluidos los de moral dudosa, por más de tres décadas, hasta finales de los años 80, cuando las sinfonolas empezaron a ser retiradas de los bares. Lo mismo sucedió con el mundo del pinball, cuya importación también estaba prohibida. Empresas nacionales como Maresa o Petaco copiaron literalmente las versiones de la americana Gottlieb, incluso los grafismos, cambiando únicamente los nombres identificativos. El hecho de disponer de una colección tan amplia hace que Sanahuja albergue en su nave tanto versiones americanas como imitaciones españolas —algunas lograron mejorar las originales—, así como pinballs genuinamente hispanos, fruto de la inventiva de fabricantes nacionales como la zaragozana CMC o las catalanas Talleres del Llobregat y Playmatic, además de Inder, Franco y Petaco. La colección también consta de videojuegos antiguos —como el mítico ping-pong, el primero que apareció, a finales de los 70— y tragaperras con premio, como un modelo primitivo de la popular cascada de monedas que el mismo Sanahuja fabricó de forma artesanal, y que sería el preludio del ya imparable crecimiento de esta empresa y su expansión internacional.

Jukebox y pinballs de época

Los jukebox también se conocen con los nombres de sinfonola o rocola —y también victrola o vitrolavellonera en ciertos países de Latinoamérica—, y no es porque sí, pues identifican a las marcas americanas Rock-Ola y Symphonola, muy populares en los años 50. Jaume Sanahuja guarda como oro en paño esas luminosas gramolas en su colección, al igual que la mayoría de modelos de las marcas Wurlitzer —la más popular—, Seeburg y Ami, la mayoría traídas de Estados Unidos. Pero su favorita, y la vez la más antigua, es una Estern Electric de 1927, que funciona con discos de piedra. Tanto éste como el resto de jukebox funcionan perfectamente, con su sonido original y con los discos propios de la época de cada modelo. Las marcas españolas, especialmente Gedasa, aceptaban en la ranura monedas de duro —cinco pesetas— y funcionaban con discos de vinilo del tipo EP, aunque en este museo no hace falta introducir moneda alguna porque todas las máquinas, tanto jukebox como pinballs, han sido adaptadas para que funcionen gratis apretando un botón. El diseño de estos aparatos, sobre todo en el caso de las mesas de pinball, identifica las tendencias culturales y sociales cada época. Así, en los años 60 se apreciaban en los tableros detalles psicodélicos, y a principios de  los 70 aparecían dibujos de mujeres en bikini o ligeras de ropa como antesala del destape que irrumpió en el tardofranquismo. Sanahuja expone en su colección prácticamente todos los modelos de pinball de época, alineados en media docena de largos pasillos, alrededor de los cuatrocientos, que ya le acompañaron en su infancia y adolescencia, cuando los distribuía y reparaba junto a su padre.Todavía hoy, aunque dispone en su empresa de muchos técnicos, el propio Jaume Sanahuja muchas veces se arremanga para arreglar y poner a punto esas preciosas máquinas que no solo marcaron su primera juventud, sino la de muchos españoles.

 
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